Esforzarse en obtener éxitos diarios, aunque sean pequeños manteniendo a toda costa la “superioridad moral”. El seguir firmemente con el rumbo tomado, superar las dificultades y complicaciones hacia el fin revolucionario, son condiciones que aseguran una dirección estratégica acertada. En cuanto a la dirección táctica, es una parte de la dirección estratégica, a cuyos objetivos y exigencias se supedita y cuya misión es dominar todas las formas de lucha y de organización del proletariado. Hay que encontrar en cada momento, en la cadena de procesos, el eslabón que permita sujetar toda la cadena y preparar las condiciones para obtener el éxito estratégico.
Por lo tanto hay que hacer una distinción entre la táctica revolucionaria y la táctica reformista. El leninismo no está en contra de los acuerdos, sino del uso que se hace de ellos. Es por esto que participar en las elecciones no es condenable cuando una candidatura es a favor de la clase con un representante de la clase. De no ser así no se hace nada más que ser parte del sistema explotador e inhumano contra el cual luchamos.
Avalar a un candidato por un “acuerdo con las fuerzas llamadas progresistas” que no mira las elecciones como un medio para avanzar y alcanzar el socialismo es totalmente contradictorio con la lucha de clases que hemos emprendido.
Para el revolucionario, lo principal es la labor revolucionaria, y no los acuerdos, que son un producto accesorio, un punto de apoyo para seguir desarrollando el movimiento. El revolucionario acepta los acuerdos como táctica para utilizarla como una ayuda, para aprovecharla siempre a favor, para intensificar la labor de la preparación revolucionaria de las masas con vistas a derrocar a la burguesía.
Significa por tanto reforzar la lucha proletaria y debilitar a la burguesía.
Sumarse hoy al sistema apoyando a un candidato que en nada representa nuestras luchas como pretende hacerlo el JPM con su candidato Frei, lejos de aportar a nuestra lucha provocará todo lo contrario. Habrá mas represión, mas explotación y se intensificará el neoliberalismo y por lo tanto será un retroceso tremendo para alcanzar algún día la revolución socialista. A diferencia, si tuviésemos un candidato (Que no existe, pues todos han profitado por años el poder y se han enriquecido a costa del sistema con un miramiento personalista más que colectivo) con la consideración de la situación objetiva, que conduzca a la rápida transformación de las huelgas de masas en huelga política y, sucesivamente, en huelga revolucionaria y en insurrección enriquecería al proletariado revolucionario con una experiencia política extraordinariamente preciosa, haciéndole ver que, en la combinación de las formas legales e ilegales, de las formas parlamentarias y extraparlamentarias de lucha.
Sin embargo, al no existir esa alternativa que nos lleve exitosamente al cambio, es conveniente hacer entender a las masas mas parlamentaristas o sistémicas en la necesidad de saber renunciar a las formas parlamentarias, Porque transformar ciegamente las elecciones en un medio de cambio aun sin tener alternativas que conduzcan a ello, por simple imitación, sin discernimiento, es una experiencia infértil y sin frutos, es el mayor de los errores. En definitiva es contra revolucionario.
Sellar un acuerdo político llamado “omisión” con los servidores del modelo imperialista es inaceptable. Alguien político que se dice de izquierda y que quiera ser útil al proletariado revolucionario, debe saber distinguir la magnitud de los compromisos, pactar la entrada al congreso a cambio de votar por la continuidad del sistema, hacerse cómplices del bandolerismo imperialista, es una táctica inadmisible, es una expresión de oportunismo y de traición, por lo tanto dirigir contra tales compromisos “c o n c r e t o s” toda la fuerza de la crítica, todo el filo de un desenmascaramiento implacable y de una guerra sin cuartel, el no permitir a "maniobreros" el engaño del mal menor es y será siempre nuestro deber...La crítica cuando es constructiva y a través de ella se educa y ayuda a hacer claridad de conciencia en la clase trabajadora, siempre será provechoso para el logro de la causa revolucionaria.
Se trata que el proletariado destruya la sociedad burguesa y establezca su propio poder y Estado, para edificar la sociedad socialista que elimine las clases como premisa para la posterior supresión del propio Estado. El papel dirigente de la clase obrera para destruir el capitalismo y crear la sociedad socialista, obedece a la situación que ella vive en el capitalismo y su participación en la gran producción; lo que le permite ser la clase vanguardia de las masas trabajadoras y explotadas para aplastar la resistencia de la burguesía y organizar el nuevo régimen económico.
Es por ello que, resulta de mucha importancia afianzar, desarrollar y fortalecer el núcleo sólido del partido revolucionario, aquel que encante, reencante, eduque, transforme utopías en ideales de lucha, aquel que sea capaz de alzarse como una verdadera vanguardia. Es urgente por lo tanto, conocernos, y reconocernos en la izquierda. La unión de la izquierda revolucionaria es una imperiosa necesidad para el éxito de la causa socialista. Por el contrario la dispersión es solo el anuncio de nuestra muerte.
Por lo tanto hay que hacer una distinción entre la táctica revolucionaria y la táctica reformista. El leninismo no está en contra de los acuerdos, sino del uso que se hace de ellos. Es por esto que participar en las elecciones no es condenable cuando una candidatura es a favor de la clase con un representante de la clase. De no ser así no se hace nada más que ser parte del sistema explotador e inhumano contra el cual luchamos.
Avalar a un candidato por un “acuerdo con las fuerzas llamadas progresistas” que no mira las elecciones como un medio para avanzar y alcanzar el socialismo es totalmente contradictorio con la lucha de clases que hemos emprendido.
Para el revolucionario, lo principal es la labor revolucionaria, y no los acuerdos, que son un producto accesorio, un punto de apoyo para seguir desarrollando el movimiento. El revolucionario acepta los acuerdos como táctica para utilizarla como una ayuda, para aprovecharla siempre a favor, para intensificar la labor de la preparación revolucionaria de las masas con vistas a derrocar a la burguesía.
Significa por tanto reforzar la lucha proletaria y debilitar a la burguesía.
Sumarse hoy al sistema apoyando a un candidato que en nada representa nuestras luchas como pretende hacerlo el JPM con su candidato Frei, lejos de aportar a nuestra lucha provocará todo lo contrario. Habrá mas represión, mas explotación y se intensificará el neoliberalismo y por lo tanto será un retroceso tremendo para alcanzar algún día la revolución socialista. A diferencia, si tuviésemos un candidato (Que no existe, pues todos han profitado por años el poder y se han enriquecido a costa del sistema con un miramiento personalista más que colectivo) con la consideración de la situación objetiva, que conduzca a la rápida transformación de las huelgas de masas en huelga política y, sucesivamente, en huelga revolucionaria y en insurrección enriquecería al proletariado revolucionario con una experiencia política extraordinariamente preciosa, haciéndole ver que, en la combinación de las formas legales e ilegales, de las formas parlamentarias y extraparlamentarias de lucha.
Sin embargo, al no existir esa alternativa que nos lleve exitosamente al cambio, es conveniente hacer entender a las masas mas parlamentaristas o sistémicas en la necesidad de saber renunciar a las formas parlamentarias, Porque transformar ciegamente las elecciones en un medio de cambio aun sin tener alternativas que conduzcan a ello, por simple imitación, sin discernimiento, es una experiencia infértil y sin frutos, es el mayor de los errores. En definitiva es contra revolucionario.
Sellar un acuerdo político llamado “omisión” con los servidores del modelo imperialista es inaceptable. Alguien político que se dice de izquierda y que quiera ser útil al proletariado revolucionario, debe saber distinguir la magnitud de los compromisos, pactar la entrada al congreso a cambio de votar por la continuidad del sistema, hacerse cómplices del bandolerismo imperialista, es una táctica inadmisible, es una expresión de oportunismo y de traición, por lo tanto dirigir contra tales compromisos “c o n c r e t o s” toda la fuerza de la crítica, todo el filo de un desenmascaramiento implacable y de una guerra sin cuartel, el no permitir a "maniobreros" el engaño del mal menor es y será siempre nuestro deber...La crítica cuando es constructiva y a través de ella se educa y ayuda a hacer claridad de conciencia en la clase trabajadora, siempre será provechoso para el logro de la causa revolucionaria.
Se trata que el proletariado destruya la sociedad burguesa y establezca su propio poder y Estado, para edificar la sociedad socialista que elimine las clases como premisa para la posterior supresión del propio Estado. El papel dirigente de la clase obrera para destruir el capitalismo y crear la sociedad socialista, obedece a la situación que ella vive en el capitalismo y su participación en la gran producción; lo que le permite ser la clase vanguardia de las masas trabajadoras y explotadas para aplastar la resistencia de la burguesía y organizar el nuevo régimen económico.
Es por ello que, resulta de mucha importancia afianzar, desarrollar y fortalecer el núcleo sólido del partido revolucionario, aquel que encante, reencante, eduque, transforme utopías en ideales de lucha, aquel que sea capaz de alzarse como una verdadera vanguardia. Es urgente por lo tanto, conocernos, y reconocernos en la izquierda. La unión de la izquierda revolucionaria es una imperiosa necesidad para el éxito de la causa socialista. Por el contrario la dispersión es solo el anuncio de nuestra muerte.
¡¡POR EL SOCIALISMO SIEMPRE!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario