El Premio Nobel de la Paz es uno de los cinco Premios Nobel instituidos por el sueco Alfred Nobel. Se otorga "a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz", según su testamento de Nobel.
Mientras que la entrega de los restantes Premios Nobel se lleva a cabo en Estocolmo, la capital de Suecia, este premio se entrega en Oslo, la capital de Noruega.
El Premio Nobel de la Paz ha sido otorgado a 95 personas y a 20 organizaciones desde su creación en 1901.
No fue otorgado durante los principales años de las guerras mundiales. En el siglo XXI (2009) el premio está dotado con 10 millones de coronas suecas.
Según sus propios estatutos, el premio Nobel de la Paz se otorga al individuo o grupo que más haya trabajado por la fraternidad de las naciones, por la abolición de los ejércitos o por la promoción de congresos de paz.
Cuando Alfred Nobel decidió que una parte proporcional de su inmensa fortuna fuese a parar todos los años a las manos de los más prominentes hombres y mujeres de las ciencias y la literatura buscó redimirse. Sus últimos días fueron angustiosos. No podía soportar las consecuencias del uso militar de la dinamita, su gran invento. Apesadumbrado, se transformó en un pacifista confeso.
El deseo de Nobel fue premiar el esfuerzo en física, química, medicina o fisiología, la creación literaria y a quienes dedicaban su actividad a luchar por la paz. Los candidatos en todas las categorías y por tanto los ganadores debían sobresalir por sus aportes en beneficio de la humanidad y proyectar una vida ejemplar. Muchos son los nombres asociados a esta perspectiva. En química Ernest Ruherford o Linus Paulin, en física Max Planck, Marie y Pierre Curie, Einstein o Niel Bohr, en medicina Santiago Ramón y Cajal, Jaques Monod o Severo Ochoa, en literatura Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Octavio Paz, entre otros. En el caso concreto del Nobel de la paz, el beneficiario, persona o institución, debía, según rezaba el testamento: llevar a cabo la mayor o mejor labor a favor de la fraternidad entre las naciones, por la abolición de los ejércitos permanentes y por la celebración y el fomento de congresos por la paz..
No han faltado años en los cuales una de las cinco categorías haya quedado desierta. Hay que destacar que durante los años de la segunda guerra mundial no se concedieron en ninguna de las cinco vertientes.
Aunque las opiniones del jurado para conceder el premio contienen una dosis de subjetividad siempre este premio fue mirado con buenos ojos y gozado de buen prestigio y salud, pero ya desde el siglo XX en los años 70 Y después de ser entregado a alguien que ha violado flagrantemente los principios pacifistas defendidos por Alfred Nobel o que no hecho nada para defender paz, asando por sobre el interés que motiva este premio como a Henry Kissinger -instigador del golpe de estado de Pinochet un genocida de guante blanco acusado de crímenes de lesa humanidad y responsable de los bombardeos de los B-52 en Vietnam. Comienza una era marcada por el desconcierto y el descrédito. Los Nobel pierden su lustre. Se conceden por motivos menos altruistas y rompiendo su filosofía inicial. Así, en el Nobel de fisiología o medicina, las compañías farmacéuticas presionan para que sus investigadores sean los beneficiarios. En 2008, el laboratorio AstraSeneca, la multinacional británica, intervino para que dos jurados, asesores de la compañía, apoyaran la candidatura del medico alemán Harald zur Hausen por sus trabajos sobre el virus del papiloma humano que puede causar el cáncer de útero. Tuvieron éxito. No faltó tiempo para que AstraSeneca desarrollara dos vacunas controlando las patentes, el mercado y el proceso de innovación tecnológico. Algo similar ocurre en el Nobel de economía. Durante la hegemonía del liberalismo económico.
Las presiones se suman y los intereses creados desdibujan su filosofía inicial. Sobre ellos pende un halo de corrupción donde se cuestiona un año sí y otro también el nombre de los agraciados. Muchos son los posibles y pocos los elegidos.
Por este motivo, conceder el Nobel de la Paz a Barack Obama no es un acto de agravio, ni un despropósito, marca una tendencia en la cual han caído los Nobel. No hay nada que destacar del actual ocupante de la Casa Blanca en su lucha por la paz. Pero tampoco se consideró dicha circunstancia cuando en 2002 se concede a James Carter, autor material de la guerra de Afganistán, de apoyar con misiles tierra aire a los Talibán y de favorecer la expansión de las transnacionales estadunidenses en África a costa de aumentar el conflicto en la región.
Obama no es distinto, por ello no hay que rasgarse las vestiduras. Su política consiste en aumentar la presencia de sus tropas en Afganistán, apoyar a Israel en su política de exterminio contra el pueblo palestino e instaurar bases militares en Colombia, Perú y México. Asimismo defiende a regímenes como el paquistaní y reniega de soluciones democráticas en Honduras. No favorece la paz ni busca la abolición de los ejércitos o la fraternidad entre las naciones como reza el testamento de su creador.
Solo queda agregar que el recordado premio Novel de la Paz los intereses capitalitas, monopólicos y fácticos lo mataron y hoy este premio al igual que su creador...descansa en Paz.
Extracto de la nota de Marcos Roitman Rosenmann
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