Autodestrucción consumista.

La superación del capitalismo, por el socialismo, no es una utopía lejana que debemos mirar a futuro, como un sueño. Implica un cambio radical en nuestra cultura, un cambio en la visión de vida, la base está en fundar una nueva ética, se trata de una refundación de nuestros valores.
Los revolucionarios, sobre todo los dirigentes, deben ser capaces de guiar a sus bases a este nuevo cambio, no se trata por cierto de indicarle la formula ya preparada, sino, de buscar con ellas los nuevos cambios a experimentar partiendo con el ejemplo de ellos mismos en este cambio de mundos. Se trata de valorar, de medir la realidad con nuevos ojos, valorar los aportes que la juventud va haciendo en el curso de proceso, son sabia nueva por lo tanto no carente de errores, por eso también es importante la valoración que estos mismos jóvenes deben hacer de los más viejos, el reconocimiento de sus luchas. En definitiva el respeto mutuo.

Los vicios a los que estamos expuestos y que hemos tomado como parte integral de nuestra cotidianeidad y que el imperio nos entrega con total soltura (se sienten seguros) no son fáciles de superar. En el capitalismo, por ejemplo, un aumento en la venta de automóviles es un éxito económico, pero, en la realidad es un indicativo que nos alerta de que hemos logrado instaurar una nueva relación social, nos hemos hecho participes de la esquizofrenia del consumismo que lleva al desastre planetario, que persistimos en intentar la solución individual de los problemas relegando la soluciones sociales. En resumen, que no vamos por el camino de integrar a la sociedad.

La autocrítica está en el aumento del consumo, en la satisfacción de necesidades de forma individual, en cubrir necesidades creadas artificialmente por el capitalismo, entonces, lo que construiremos es capitalismo, y al final, tal como lo dijo el Che, nos percataremos que estamos errando el camino y damos vuelta en círculo teniendo como punto fijo al mismo capitalismo creador de miseria que queremos superar.

¿Cuantas veces a pregonado contra el consumismo, el capitalismo, neoliberalismo y las grandes transnacionales y ha dado como premio a sus hijos un paseo a los molls para terminar satisfaciendo su “hambre” - que nunca es tal – en un Mc Donald`s?

¿Cuántas veces terminó comprando algo que nunca necesitó y que nunca uso, solo por que la “Oferta” era buena?

Si cometemos el error de transformarnos en el arquetipo fiel del consumista, que gasta en apariencia lo que le falta para sobre vivir para medirse con sus pares o auto engañarse así mismo creyéndose con un poder adquisitivo que no es tal, sólo medirá la carrera demencial del consumo y la transformación material que favorece a ese consumo, estaremos entonces reafirmando a un humano que sólo tendrá dos alternativas: ser aplastado en sus mejores potencialidades, convertido en una lamentable máquina mercantil, o condenado a ser despojo humano, falto de valores consumidos por su propio vicio. Y al final lo que estaremos cavando es la profundidad de la sepultura del Socialismo, del nuevo mundo que pretendemos construir.

El explotado reclama un cambio de rumbo que sólo el Socialismo le puede dar, dejar la senda de la valorización del humano por las cosas que posea, y valorarlo por la espiritualidad que sea capaz de expandir. Es decir, Chile en particular y el mundo en general, reclama una sociedad donde la base de la relación humana no sea lo material, el poseer, sino lo espiritual, el ser, donde el hombre no exista por lo que atesore de material, sino por lo que cultive de espiritual.

En resumen, lo espiritual, la relación humana basada en el amor, la fraternidad, el desarrollo de las mejores condiciones del hombre, el arte, la ciencia, la cultura, sobre todo la conciencia de su pertenencia a la calase trabajadora y explotada , son el objetivo central de nuestra lucha. Y lo material está justificado en la medida que contribuya a crear las condiciones para el desarrollo de los cambios, y nunca lo material debe ser excusa alguna para aplastar nuestros sueños de libertad.