La intensidad del universo y la inmensidad de él siempre han deslumbrado al hombre, el espacio sideral, la pomposidad de un bosque de álamos, el azul profundo de la inmensidad de los mares, el abismo de una mirada; siempre la intensidad ha deslumbrado al hombre. Sin embargo, pocas veces el hombre ha comprendido la grandeza de aquella maravilla que él es, en su necesidad de ser, en su capacidad de hacer.
Esto hace que la vida de la mayoría de la especie transcurre en monotonía, como repitiendo una vida que ya perteneció a otros que la recorrieron siguiendo la huella de los antepasados, día tras día, siguiendo el ritmo de un compás furtivo.
Pero, hay momentos luminosos, son frecuentes, son muchos, están allí, convocándonos a convertirnos en grandes bosque, en mar, huracán, volcán en erupción, en montaña nevada. El hombre mediocre no los siente, sólo ve las apariencias, para él un ave que cruza, es sólo un ave que cruza, y no el presagio de frescos vientos de lluvia. Un licor es promesa de embriaguez, y no rara oportunidad de contacto con los dioses.
Es en la política donde destellan las oportunidades de elevarse el hombre por encima de su condición animal y hacerse verdaderamente humano, conquistando la inmensidad de su existencia.
En el continente de hay aires nuevos que relumbran, estamos atravesando uno de esos momentos donde la vida deja de ser la búsqueda de lo mezquino, de lo efímero, de lo transitorio, y el horizonte abarca la inmensidad de la transcendencia histórica.
Vivimos época fundacional. Al latinoamericano le están naciendo alas para volar sobre los abismos de la esclavitud. Es hora de cruzar Los Andes para ir en busca de la libertad. Es tiempo de volver a la inquietud para decirle al Comandante Che, Martí...que remontamos vuelo junto a sus ejemplos.. La historia abrió sus páginas y pide nuestra firma, que estampemos en el nuestras huellas.
Podemos escribir páginas nobles, o podemos borronear cuartillas con argumentos pueriles, para justificar la angustia de sorprendernos una mañana cualquiera, con nuestra vida agotada en millones de hechos frívolos y el fracaso de dejar intactas las cadenas de la explotación.
No es momento de astutas conciliaciones, de mezquinas metas que nos transforman en títeres históricos, no es la hora de pasos cortos, llegó, que bueno que llegó, el supremo instante de lo grande, el delirio atontado de entrar en éxtasis libertario, de fundar mundos, de derrumbar muros…
No este el momento de sacar cifras estériles. No corresponden los parloteos sin acción, los berrinches pataléticos , lo único que importa es aprovechar la rara oportunidad de construir el Socialismo, de devolver al hombre la posibilidad de hacerse humano, de entrar en erupción creadora, construir un nuevo universo
Los argumentos sobran y la historia nos ha enseñado que un pueblo dormido es un pueblo dominado, despertémonos y despertemos al resto, la alarma del amanecer ya tocó, es hora de irrumpir en la vida, de hacer ruido, gritar, marcar presencia, informar que estamos vivos, que nuestra voz se escuche fuerte y claro, es la hora de pasar a la historia junto a Bolívar, Martí, Fabricio, el Che.
Esto hace que la vida de la mayoría de la especie transcurre en monotonía, como repitiendo una vida que ya perteneció a otros que la recorrieron siguiendo la huella de los antepasados, día tras día, siguiendo el ritmo de un compás furtivo.
Pero, hay momentos luminosos, son frecuentes, son muchos, están allí, convocándonos a convertirnos en grandes bosque, en mar, huracán, volcán en erupción, en montaña nevada. El hombre mediocre no los siente, sólo ve las apariencias, para él un ave que cruza, es sólo un ave que cruza, y no el presagio de frescos vientos de lluvia. Un licor es promesa de embriaguez, y no rara oportunidad de contacto con los dioses.
Es en la política donde destellan las oportunidades de elevarse el hombre por encima de su condición animal y hacerse verdaderamente humano, conquistando la inmensidad de su existencia.
En el continente de hay aires nuevos que relumbran, estamos atravesando uno de esos momentos donde la vida deja de ser la búsqueda de lo mezquino, de lo efímero, de lo transitorio, y el horizonte abarca la inmensidad de la transcendencia histórica.
Vivimos época fundacional. Al latinoamericano le están naciendo alas para volar sobre los abismos de la esclavitud. Es hora de cruzar Los Andes para ir en busca de la libertad. Es tiempo de volver a la inquietud para decirle al Comandante Che, Martí...que remontamos vuelo junto a sus ejemplos.. La historia abrió sus páginas y pide nuestra firma, que estampemos en el nuestras huellas.
Podemos escribir páginas nobles, o podemos borronear cuartillas con argumentos pueriles, para justificar la angustia de sorprendernos una mañana cualquiera, con nuestra vida agotada en millones de hechos frívolos y el fracaso de dejar intactas las cadenas de la explotación.
No es momento de astutas conciliaciones, de mezquinas metas que nos transforman en títeres históricos, no es la hora de pasos cortos, llegó, que bueno que llegó, el supremo instante de lo grande, el delirio atontado de entrar en éxtasis libertario, de fundar mundos, de derrumbar muros…
No este el momento de sacar cifras estériles. No corresponden los parloteos sin acción, los berrinches pataléticos , lo único que importa es aprovechar la rara oportunidad de construir el Socialismo, de devolver al hombre la posibilidad de hacerse humano, de entrar en erupción creadora, construir un nuevo universo
Los argumentos sobran y la historia nos ha enseñado que un pueblo dormido es un pueblo dominado, despertémonos y despertemos al resto, la alarma del amanecer ya tocó, es hora de irrumpir en la vida, de hacer ruido, gritar, marcar presencia, informar que estamos vivos, que nuestra voz se escuche fuerte y claro, es la hora de pasar a la historia junto a Bolívar, Martí, Fabricio, el Che.
Sin ti no podemos, eres absolutamente necesario...
¡Por el Socialismo siempre, siempre, siempre!
¡Por el Socialismo siempre, siempre, siempre!
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