
En una sociedad de clases como la nuestra, las actitudes y las ideas de todas las personas llevan un sello de clase. En la última instancia este sello puede ser el de la clase burguesa, que es la clase del capital, la clase de los ricos, o puede ser el sello de la clase proletaria, que es la clase de los trabajadores, de los pobres, la del pueblo.
Todos los que queremos transformar nuestro país, los que queremos ser revolucionarios, tenemos que quitarnos nuestras actitudes o ideas burguesas y aprender las actitudes e ideas proletarias.
Lo más importante para acabar con las actitudes y las ideas burguesas es eliminar el concepto de lo privado, lo individual, el egoísmo. El que es verdaderamente proletario lucha por hacer todas las cosas en favor de los demás, preocupándose más por los demás que por sí mismo, dedicándose íntegramente al pueblo, a servirlo de corazón.
En cualquier momento o lugar, ante cualquier asunto, debe sostenerse una lucha contra el concepto de lo privado existente en nuestra mente, combatir contra el egoísmo propio. Si no se aniquila el concepto de lo privado, no se podrá establecer el concepto de lo público, del desinterés absoluto y el abandono de la menor preocupación de sí mismo.
Para lograr lo anterior lo fundamental es ligarse a las masas y convivir con el pueblo en sus luchas, pero también hay que estudiar la teoría revolucionaria que no es más que el producto de las luchas que ha sostenido el proletariado por su liberación en todo el mundo.
Es decir, si uno no está integrado con las luchas populares, el estudio concienzudo de la teoría revolucionaria, constituyen un arma poderosa para lograr adoptar las ideas y actitudes proletarias. Claro, si uno está alejado del pueblo y de sus luchas, no hay lectura en el mundo que sea capaz de ayudarnos a adoptar una actitud proletaria en nuestra vida.
Debemos servir total y sinceramente al pueblo, practicar el desinterés más absoluto sin la menor preocupación de nosotros mismos, fundirnos con el pueblo, ser resueltos, no temer a ningún sacrificio y superar todas las dificultades para alcanzar la victoria, ser responsables, perseverar en la verdad y corregir los errores, atreverse siempre a luchar y a saber que a la larga los enemigos del pueblo serán vencidos por el pueblo, ya que este es el factor decisivo de la historia.
Es fácil leer, escribir y comprender la actitud que debería tener un verdadero revolucionario; sin embargo no es fácil aplicarlo o practicar lo aprendido. Para aprender bien debemos combinar estrechamente lo estudiado con la práctica diaria, debemos hacer los mayores esfuerzos para aplicar lo estudiado de manera viva, para que aquello leído, no se transforme en letra muerta.
La práctica sin teoría no sirve, y la teoría sin práctica sirve menos.
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