
Los diferentes componentes en el campo de la política se ven forzados a entrar en territorios de definición.
Sin embargo, a pesar de las claras luces de la demagogia política, todavía hay mucha confusión y profusión de términos sin contenido. Ahora en la “izquierda” todos son socialistas, pero pocos precisan con rigor qué significa eso. Sus definiciones “socialistas” difieren poco de los postulados capitalistas, se podrían intercambiar, son semejantes, sólo varían en la palabra socialista, que usan y abusan como una suerte de disfraz.
Las preguntas que surgen son:
¿Cuál es el Socialismo auténtico? ¿Cómo guiarnos en esta ciénaga de imprecisiones y camuflajes?
Lo primero es entender que el Socialismo es un sistema social que supera al capitalismo. De allí que no se puede ser socialista sin ser anticapitalista . Quién pretenda ser capitalista y socialista simultáneamente, es un engañado o un engañador, un iluso o un pícaro.
Son sistemas incompatibles, aunque en determinadas circunstancias, en alguna parte del camino, pareciera que conviven. En realidad siempre entre ellos se escenifica una feroz lucha de enemigos irreconciliables. Y es la posición que se tome en esta lucha, lo que nos define como socialistas o como capitalistas.
Entonces, no se concibe un socialista que simultáneamente sea capitalista, así como no se concibe un socialista que no sea antiimperialista, anticapitalista e internacionalista..
Pero, aún nos falta precisión ¿Qué es lo que define al Socialismo?
El Socialismo, para ser Socialismo auténtico, debe tener como fin último la integración de la sociedad que ha sido fragmentada por el capitalismo y el rescate de la conciencia del deber social, todo fundamentado en la propiedad social de los medios de producción. No hay atajos, sobre esa estructura básica caben todas las variaciones, fuera de esa estructura el Socialismo se desdibuja, se diluye hasta transformarse en sarcasmo.
Hoy en Chile tenemos objetivamente razones de sobra para querer cambiar las cosas, nunca se es demasiado tarde ni demasiado temprano para comenzar la guerra contra el neoliberalismo, siempre está la oportunidad de emprender el camino hacia el Socialismo auténtico. Y estas oportunidades vienen siempre aparejadas de una suerte de inventivas distraccionistas, maquilladoras, deformadoras, que tienen como finalidad extraviarnos del camino y fortalecer el poder de unos pocos que oprimen a muchos. Guiados siempre por un interés personal y no social.
El Socialismo falsificado se conoce porque se nombra socialista y su práctica es capitalista. Se dice socialista, no obstante propone medidas capitalistas, teme a la propiedad social y a la conciencia social, y la escamotea.
Cuando nos disponemos a recuperar espacios y derechos sociales y logramos poner en una encrucijada a los políticos, siempre salen los oportunista -- Esos que han estado siempre ostentando el poder político -- para ponerse de parte nuestra con una supuesta defensa de nuestros derechos, dispuestos siempre (bajo su discurso) a defendernos aunque de inmediato lo condicionan. Presurosos proponen formas disfrazadas de derechos que terminan siendo siempre base material del capitalismo.
Siempre están atentos para falsificar al Socialismo, para sabotear el camino. Por supuesto, en esta guerra sutil, si nos ponemos de acuerdo saldrán derrotados.