
Vivimos en un mundo burocrático en que los sentimientos también han sido victimas de ello, desde el momento en que el casamiento es un contrato en que se jura que será para toda la vida y entre personas de distinto sexo, como si los pensamientos y el amor fuera una marca registrada de las autoridades donde solo ellas pueden dar la orden de cuando se termina o comienza una historia de amor, y quienes las pueden comenzar o terminar, es acaso que las leyes entienden de sentimientos?..La sociedad en su conjunto ¿entiende de diferencias de edad? ¿Por qué reímos del amor adolescente o del amor de los impúberes? ¿por que un hombre o mujer mayor no puede amar a una persona menor o mucho menor? hacemos mofas de las situaciones desde el patas negras hasta el buey viejo que gusta del pasto tierno.
Lloramos en soledad lo que falsamente reímos en compañía de amigos, burlándonos de las historias de los demás..Entonces me pregunto ¿de qué reímos? Reímos de nosotros mismos…
El fruto prohibido no es aquel que miramos deseosos en la vitrina para ser alcanzado por nuestras manos, tampoco es aquel que miramos bello y resonante de algarabía que impresiona por su bella tersidad, por su ímpetu; tampoco lo es el que se rebela con luz brillante ante nuestra apagada existencia, ni aquel que viene a sacarnos del letargo de la monotonía..El fruto prohibido no es el que se asiste para si, para llenar soledades o espacios desocupados por años. El fruto prohibido simplemente no existe por que hasta las historias más complejas, mas sufridas y desgarradoras dejaron algo, una enseñanza o simplemente un bello recuerdo digno de ser atesorado en un rincón del corazón.
Así como socialmente sentimos la necesidad de romper cadenas, romper las telas sociales que reprimen el corazón debe ser también una bandera de lucha, una lucha personal, entre el querer ser feliz y el poder serlo. No existe el que dirán, por que cuando hay amor del bueno no hay maldad ni conjuro maligno que lo encarcele, la libertad esta en nuestra decisión, en nuestro poder de lucha de liberarnos de nuestros propios miedos. El amor es amor y reviste el mismo sentimiento en todos, no discrimina ni por edad, ni por sexo, ni por opción sexual, la única opción posible es la que decide cada uno, como vivirla y con quien vivirla.
Bien por ellos que han roto con la falsificación del verdadero amor, bien por los que se han liberado de los prejuicios y han hecho de su vida un lindo despertar junto a quien aman. Bien por ellos que viven en libertad mientras el resto desperdiciamos minutos maravillosos de nuestras vidas aparentando ser o estar bien, simplemente para complacer a una sociedad en todo hipócrita!

Las historias de amantes es de a dos, sin invitados...Aunque estén en la boca de todos!
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